lunes, 12 de marzo de 2012

CL-08 Corrector de estilo

El apaga fuegos de las letras

Hablemos del corrector de estilo, aunque difícilmente se le puede "corregir el estilo" a un autor, ya que eso es muy personal y propio de quien escribe; se le denomina así a las personas encargadas de buscar y erradicar los errores en un manuscrito.

En una empresa editorial el proceso es de la siguiente manera: primero el autor manda su manuscrito a una casa editorial y éste se somete a dictamen, si la casa invierte en el texto, entonces el editor estructura a los personajes, el relato, y complementa su trabajo con el corrector, quien le da una lectura más profunda y exorciza las erratas; luego el diseñador define el texto y la portada desde el aspecto artístico y gráfico.

Camilo Ayala Ochoa, ex jefe del Departamento de Planeación y Fomento Editorial de la UNAM, especifica que el trabajo del corrector de estilo es callado, difícilmente bien remunerado y, por supuesto, su nombre no aparece en las páginas legales ni colofones. Claro, he visto los nombres del traductor, del coordinador, entre otros datos, pero nunca se sabe qué aguas apagaron el fuego de las erratas. No obstante con ese poco reconocimiento, el corrector cobra barato su trabajo, como en todo hay de precios a precios; pero, generalmente, se paga la cuartilla en 45 pesos.

Actualmente, el buscador de erratas, desempeña tres tareas dentro de la empresa editorial: la corrección de estilo, la corrección de pruebas; así como, el cuidado editorial, para esto hace hasta tres cotejos del texto, ya que un error de fechas, de sintaxis, de ortografía, es inaceptable para la empresa, pues ésta pierde prestigio si su producto, que son las letras, tiene errores.

Cuando se notan los errores hasta que el trabajo se imprime, aunque sean los detalles más mínimos, en la portada o en los datos de la casa editora, la empresa tiene pérdidas porque debe hacer todo el trabajo desde el principio, y por supuesto, volver a imprimir, lo que implica más pago por papel y más pago por la renta de la máquina. Por eso, las repetidas revisiones del trabajo por parte del corrector son tan importantes. No solo apaga el fuego,  sino que lo previene. 

En lo personal no confío en la corrección predeterminada del ordenador para los textos, puede servir para algunos acentos o palabras, pero a veces cambia el sentido de la oración completa, por ejemplo, si se requiere acentuar “él” para que tenga una función de pronombre personal en el discurso y la computadora no lo detecta porque también es correcto sin acento, se convierte en un artículo determinado que modifica lo que se quiere decir. En este sentido, las computadores no pueden sustituir el trabajo humano, y mucho menos el papel del corrector de estilo.

Siempre es importante tener a la mano el diccionario o algún manual de estilo. Para los hispanohablantes hay dos libros de consulta obligados: el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), o bien, el diccionario del uso del español de María Moliner (DUE). Pero, para un corrector de estilo, además de contar con varios libros de consulta es necesaria la confianza en su conocimiento de la gramática, pues no corregir el texto de alguien más no ha de ser tarea fácil, sobretodo cuando se trata de un autor importante, por ejemplo, como Mario Vargas Llosa que además miembro de Real Academia Española.







1 comentario:

  1. Hola Ana Cristina. Las dos lecturas, tanto la de Camilo Ayala como la de Alejandro Zenker, dan un panorama muy amplio y ameno de la actividad del corrector de estilo. Creo que podrías haber rescatado más de las lecturas, como lo haces en otros reportes.
    Por ejemplo, no se nota la lectura de Zenker.
    Saludos cordiales

    Juan José

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